9.10.09

faustoArt Cinema: Slumdog Millionaire (2008)

AVISO: Esta crítica contiene SPOILERS. Está dirigida a personas que hayan visto la película, o a personas que sienten interés por ella y no les importe que el argumento les sea revelado, dado que la intención de la misma es realizar un análisis de sus puntos clave, y sería imposible hacerlo si no se puede aludir directamente a alguna escena o situación concreta)

Slumdog Millionaire (2008)

"Y por 250.000 rupias, Jammal, la respuesta correcta es..."

Slumdog Millionarie es una película que tenía reservada desde hace tiempo, para poder verla con calma, sin prisas, poder degustarla como quien saborea un buen vino. Durante unos meses he tenido tiempo de oir hablar de ella, de oir críticas tanto buenas como malas, pero nunca ninguna que hablase de ella con indiferencia. Se trata de una película que ha arrasado en la edición de los Oscar de 2009 con 8 estatuillas, y más de 90 premios de todo tipo. Se trata de la película revelación de la temporada, y después de intentar aislarme del ruido mediático, por fin ha llegado el momento de reproducirla y disfrutarla.

Y francamente, todo lo que se ha dicho sobre ella se cumple a la perfección, vamos a ver por qué.

Lo primero que vamos a hacer como siempre es hablar de su director. Danny Boyle es un director que nunca nos deja indiferentes, y lleva años creando verdaderas joyas. Trainspotting, The Beach, Sunshine, o la brillante 28 Días Después, son sólo algunos ejemplos. Los patrones de Boyle se repiten de forma sistemática en sus creaciones, como suele ocurrir con los grandes directores. Ya cuando hablábamos de Heat mencionábamos algunos rasgos de Michael Mann, como ejemplo de lo que estamos diciendo. El caso de Boyle es similar, y en sus películas trabaja siempre con algunas pautas que se repiten y que las convierte en fácilmente reconocibles.

Bajo mi punto de vista, la característica más importante en el cine de Danny Boyle es el cuidado uso del ritmo, muy contemporáneo. La influencia de la cultura del techno es clara, y el ritmo casi siempre es frenético, pero perfectamente estudiado, en una cadencia exquisita de aumentos y disminuciones de ritmo. Para conseguir este efecto, también se apoya en un uso del color muy característico, con tonos muy ácidos, y abundantes colores muy saturados, con predominancia de los tonos cyan y arenas, normalmente con luces quemadas que le dan a todo un aura muy personal. Probablemente el mejor ejemplo de eso sea trainspotting, donde llevó esto al límite, haciendo que el color apareciese como un protagonista más de la película. Siguiendo con el ritmo, otra característica del cine de Boyle es la cuidada selección musical, que al igual que ocurre con Tarantino, dota a la película de una personalidad propia y única. El resto de las facetas las borda, con argumentos arriesgados y controvertidos, una fotografía impresionante, una capacidad increible para sacar actores desconocidos de la manga y hacerlos trabajar como los más grandes, y una insultante capacidad para sorprender y atar al espectador a la silla, de la que no se mueve hasta que la última línea de los créditos ha pasado. Creo que queda bastante claro que soy un fan incondicional del cine de Boyle, así que por aquí poco más se puede decir.

La fotografía es espectacular, y el Tah Mahal
es un escenario mágico que tiene su pequeño papel en le película.

Centrémonos en Slumdog Millionarie.

En un escenario en el cual el cine va perdiendo cada vez más terreno frente a otras formas de ocio, y en el que vivimos una constante crisis de ideas, de repente Danny Boyle se saca de la manga una historia perfecta. Y es que es perfecta porque lo tiene todo. En una India donde la superpoblación y la pobreza atan a la gente, un muchacho, Jammal, se presenta a un concurso de la tele, “Quién quiere ser millonario”. ¡Y sorpresa! ¡El chico es un genio! Y sin despeinarse comienza a contestar todas las preguntas, una detrás de otra, y conoce todas las respuestas correctas.

Y con un trasfondo tan sencillo, nos cuentan la vida de este muchacho, de lo mal que lo pasa en la calle, de cómo tiene que luchar para sobrevivir. Pero con la historia de este muchacho, también nos cuentan la situación de la India, y de una de sus ciudades, Mumbai. Y vemos como ambos crecen, y cómo evolucionan. Y nos sirve de excusa para conocer una India dura, durísima, llena de peligros tan reales como el hambre, como la pobreza, y como las diferencias raciales. Y vemos una India mágica como antes no la habíamos visto, desde dentro. Vemos lo que les gusta, lo que comen, las cosas que les hacen felices. Y todo ello no con una fotografía de National Geographic, sino con una visión contemporánea, nueva, que nos hace sentirnos partícipes de sus ilusiones y de sus miserias, de sus miedos y de sus alegrías. Así que nos vamos con Jammal al Tah Mahall, y al mayor lavadero de toda la India, pero también nos caemos con él a una letrina, y sobrevivimos a un explotador infantil.

Pero con toda la crudeza de la historia, con toda la belleza de los parajes, aún no hemos empezado siquiera, pues la película habla de valores, habla de personas, habla de decisiones, y habla de una universalidad que nos toca a todos, así que todos somos Jammal, todos somos Lamika, y todos somos Salim. Y ni los buenos son buenos ni los malos malos, pero al final todo se mueve huyendo de la pobreza y buscando la felicidad.

Y todo ello lo vemos bailando con la música hindú, con unos deliciosos guiños a Bollywood, y vestidos a la moda hindú, también inmersos en sus ritos, pero también impresionados de cómo la occidentalización y la globalización va dejando apartados en un rincón todos los rasgos de la cultura India más tradicional.

Como podéis ver, se trata de una vorágine de sensaciones, sentimientos, conocimientos y valoraciones, y todo ello además mojándose, denunciando y participando del problema, no solo por revelar la situación real de uno de los países emergentes más potentes del mundo, sino también de forma activa, pues gran parte de la película se rodó en la India, atrayendo con ello la mirada mundial hacia allí, con los beneficios que ello conlleva.

Antes de terminar este comentario, quería hacer una mención especial a la banda sonora, una verdadera joya, que requiere de continuadas y sostenidas escuchas para sacarle todo el jugo a cada una de las piezas, compuestas específicamente para este proyecto, y que sin embargo tienen una riqueza y una vivacidad realmente impresionantes.

Ya lo veis, esta película me ha cautivado muchísimo, se trata de la que para mí es la película del año, y nadie a quien le guste el cine debería perdérsela bajo ningún punto de vista.

Cuando la veáis, espero vuestros comentarios, porque es una de esas películas sobre las cuales apetece hablar. ¡Un abrazo a todos y a todas!

Un abrazo a todos, hasta pronto!

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Totalmente de acuerdo, gran película,tierna y sorprendente en muchos sentidos.Demuestra que no sólo con buenos actores y gran derroche de dinero se consigue crear una buena historia.La música acompaña, muy bueno el tema de la escena del tren "Paper Planes" de MIA.

Saludos

faustoArt dijo...

Compartimos punto de vista entonces. En cuanto a la música, cuanto más la escucho más me gusta, al principio la que más me gustaba era Paper Planes, pero ahora la que más me gusta es Jai Ho, la última de todas. A ver cuando Danny Boyle saca algo nuevo, que ya lo estoy deseando!

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