22.3.09

faustoArt Cinema: Kill Bill (2003)



AVISO: Esta crítica contiene SPOILERS. Está dirigida a personas que hayan visto la película, o a personas que sienten interés por ella y no les importe que el argumento les sea revelado, dado que la intención de la misma es realizar un análisis de sus puntos clave, y sería imposible hacerlo si no se puede aludir directamente a alguna escena o situación concreta)

Kill Bill (2003-04, Quentin Tarantino)


Que Quentin Tarantino tiene algo especial, es algo que pocos se atreverían a negar. Es uno de los directores “independientes” que más crédito recibe por parte del público y de la crítica por igual, y no es algo gratuito, porque su forma de ver el cine es tan personal e irreverente que ha formado una auténtica escuela, con multitud de seguidores e imitadores. La película que le lanzó a la fama fue Reservoir Dogs, y en ella ya quedan claras las señas de identidad del cine de Tarantino.

La primera clave en el cine de Tarantino es la música. Para él, existe un claro feedback entre la música y el resto de aspectos de la película. La una influye totalmente en la otra, y crecen juntas. Lo primero que hace Tarantino al plantearse una película, según sus propias palabras, es coger su vieja colección de vinilos, y dejar que la música le impregne y le sugiera. Luego es la película la que le dice qué tipo de música buscar.
El siguiente punto, es el guión, siempre simple en apariencia y muy complejo en desarrollo.
El tercero, su puesta en escena, con un control sobre la iconicidad visual abrumador (pensar en Reservoir Dogs es pensar en los trajes estilo “Caiga quien caiga”, pensar en Pulp Fiction, es pensar en la escena de Travolta y su reconciliación con el baile, pensar en Kill Bill es pensar en el traje de cuero amarillo (uummmmm) de Uma Thurman). Su control sobre la imagen es increíble, consigue con aparente poco esfuerzo, una perfección sorprendente. Sus recursos visuales son tremendamente austeros, sin utilizar efectos CG (“si quisiese efectos CG en mis películas, metería mi polla en la nintendo”, decía el director en una entrevista), y sin embargo consigue que sus imágenes sean impactantes.
El cuarto dato a tener en cuenta con Tarantino es el de sus personajes. Sus personajes lo son todo para él. Sin sus personajes su cine no sería nada. Todos son distintos pero a la vez todos son iguales. Son como una gran familia, o más bien como un pequeño mundo, regido por unas reglas que el propio director ha creado. Un punto clave es el de los diálogos, con algunas de las frases más geniales que yo haya escuchado jamás en una película (me encantaría poner alguna, pero, joder negro, no veas lo difícil que es que esas jodidas tonterías encajen en este rollo ;D). También las relaciones entre los personajes son geniales, y esto se consigue también sabiendo elegir a tús actores. Sacar a actores del olvido y revivirlos, o hacer que pasen de actores insípidos a actores de verdad. Actores como John Travolta, Bruce Willis o George Clooney no habrían llegado a donde están de no haber sido por Tarantino. Y no digo ya sus dos actores fetiche, léase Samuel L. Jackson y Uma Thurman, su verdadera y auténtica musa.

Tras Reservoir Dogs, Tarantino presentó la que es considerada su Opera Magna, Pulp Fiction, la que sin duda es una de las películas más influyentes de la década de los 90, con una amplia escuela de la que saldrían películas como Snatch, Fight Club, y tantas otras.
Pero tras Pulp Fiction, el listón quedó tan alto que al propio Tarantino se le convirtió en un verdadero problema, y tras varios intentos que resultaron bastante discretos (como Jackie Brown, por ejemplo), entre los años 2003 y 2004 firmó Kill Bill, con la que volvió al pedestal del que nunca debió bajarse.

Con Kill Bill lo que buscaba Tarantino era crear un verdadero y genuino homenaje a las películas de serie B de los años 70. Este enfoque de homenajear le llevó a crear Planet Terror hace poco por cierto. En Kill Bill, una mujer, conocida como “Mamba Negra”, se quiere vengar de “Bill”, por intentar matarla a ella, y matar de paso a la hija de ambos. Los entresijos del guión se van revelando poco a poco durante la película (no es que sean muy complejos, para qué nos vamos a engañar), pero todo esto sirve como excusa para una película que se ríe consigo misma, y que no tiene ninguna vergüenza a la hora de poner en pantalla todo tipo de situaciones estereotípicas, y estereotipadas, del cine de serie B chino. Maestros samurai, espadas japonesas, miembros cercenados, y las típicas frases de este tipo de películas (¡te voy a matar!, y cosas por el estilo).
Pero ahí es donde entra la genialidad de Tarantino, y todo este arsenal de situaciones variopintas entran rápidamente en contraste con situaciones cotidianas, creando situaciones que por lo absurdo resultan endiabladamente divertidas. Un ejemplo genial es el comienzo de kill Bill Vol. 1, en el que la Mamba Negra se enfrenta a una de sus antiguas enemigas en la casa de esta... hasta que llega la niña del colegio. Entonces las dos paran de pelear (las dos llenas de sangre, claro) para que la niña no sospeche nada. Hay que verla, la verdad es que es genial. Además, Tarantino no duda en utilizar recursos visuales absolutamente sorprendentes, como la escena de anime, de una calidad magistral, en la que se narra la vida del personaje interpretado por Lucy Liu.

Kill Bill es una película dividida en dos trozos, es más, ver solo uno de los dos volúmenes que la componen no tiene el menor sentido, si no se ve también el otro. En realidad es como coger una película y cortarla en dos trozos, eso sería mucho más exacto. Así que yo no voy a comentar cada parte por separado, sino que las comentaré como lo que son en origen, una sola película, pero bastante larga.

Como hemos comentado antes, en Kill Bill encontramos uno por uno todos los elementos que caracterizan el cine de Tarantino. Empezando por la música, llena de alusiones al cine oriental y al cine de los años 70, pero con una selección de canciones magistral, con algún tema tan memorable como el de los silbidos de Daryl Hannah, que tantas y tantas veces escuchamos en móviles por ahí, o los dos temas de flamenco que aparecen el segundo volumen. También genial el tema de los “1,2,3,4s” que aparece en el primer volumen, super pegadizo por lo absurdo. Una selección tan genial como todas las de Tarantino, aunque sin alcanzar las cotas de Reservoir Dogs o Pulp Fiction, pero que sirve perfectamente para conducir la acción. Con respecto a lo visual, el constante juego de contrastes, el uso pop de la imagen, el color saturado, el maravilloso vestuario, y sobre todo y por encima de todo la parodia de los clichés tópicos, como el traje de cuero de Uma, parodiando el clásico setentero de Bruce Lee, el maestro anciano de artes marciales con sus geniales cejas, o la parodia conceptual de utilizar a David Carradine (más conocido por la serie de televisión Kung Fu y sus pequeños saltamontes) como el maestro de artes marciales que pierde los nervios a la mínima.
En el terreno de los actores, como siempre su selección es magistral, aunque esta vez se deja de probaturas y crea un papel a la medida de su musa, que lógicamente borda como solo ella habría sido capaz de hacer. Sin embargo, el elenco de personajes secundarios y de cameos es constante y fantástico, con un nivel realmente espectacular.

Pero no todo es elogiable en Kill Bill. La primera crítica directa es a la construcción de la película. Cortar una película a la mitad es sinónimo de recaudar el doble de dinero por el mismo esfuerzo. Y eso se recrudece cuando vemos que el ritmo de la película es bastante lento, y en ocasiones pastoso. Además, los dos volúmenes que lo componen están totalmente descompensados, y el primero es mucho más intenso, entretenido y divertido que el segundo, si bien es en el segundo donde nos encontramos la que sin duda es una de las mejores escenas de la película, la del entierro, en el que se consigue una tensión y una sensación de agobio tremendas. La segunda crítica es una derivada clara de la primera. Si no eres un fan de Tarantino, o al menos del cine de serie B o de las artes marciales, el ritmo pastoso de la película te puede echar mucho para atrás, y parecerte muy aburrida. Igualmente, al ser una parodia del cine de serie B, si no sabes entender las muchas referencias al cine oriental, es posible que no le encuentres gran parte del aliciente que tiene. Y a todo eso hay que añadir que su montaje es un tanto simplón si lo comparamos con los contínuos giros en el tiempo a los que nos tiene acostumbrados el director.

Sin duda no es la mejor película de Tarantino, pero sí es una vuelta a la palestra de uno de los maestros de nuestro tiempo. Esperemos que sepa aprender de sus errores y nos vuelva a traer más piezas geniales. Pero ojo, sin desmerecer ni por un momento a Kill Bill, que para mí es una verdadera joyita absolutamente recomendable, si bien, como pieza de autor que es, no está pensada para gustar a todo el mundo. A quien le tiene que gustar, le va a enamorar, y al resto, pues seamos sinceros, no es algo que a Tarantino le vaya a quitar mucho el sueño :D

Espero que con todo eso os animéis a verla, o a revisitarla, y me contéis lo que os parece a vosotros, yo puedo decir que a mí, personalmente, me ha encantado.

Con la próxima peli no voy a ser demasiado condescendiente, así que os animo a descubrir el por qué. Un abrazo a todos, aquí os espero!:D

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